En ciertas situaciones de la vida se puede experimentar emociones de victoria. Seguramente una reacción sería saltar o gritar de alegría; sea cual fuere tu reacción siempre nacerá en tu corazón un sentimiento de gratitud. Y es por eso, que hoy estudiaremos la reacción del rey David: “Habló David a Jehová las palabras de este cántico, el día que Jehová le había librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl”. RV60
“David escribió ese salmo después de que Dios lo había liberado en forma notable de sus enemigos. Esto parece no haber sucedido hasta después de la gran victoria sobre los hijos de Amón y sus aliados (ver caps. 8, 10). También parece que David los compuso mientras aún podía hablar delante del pueblo de su justicia y de la limpieza de sus manos (cap. 22:21), lo que debe haber sucedido antes de su pecado contra Betsabé y Urías (cap. 11; cf. PP 774)”.[1]
Como podemos notar, la mejor reacción que podemos tener es la de alabar a Dios. y ¿por qué? Pues por la simple razón de Él nos da la victoria. Nada conseguiríamos sin su ayuda, pues tan solo el hecho de estar vivos es gracias a Él (Deuteronomio 8:18). El acto de alabar a Dios después de una victoria no era nuevo para el pueblo; ya en Éxodo 15 el pueblo había cantado a Dios tras la liberación de Egipto. Hoy y siempre tienes la oportunidad de agradecer a Dios por todo, que tu corazón rebose de alegría.
PP Patriarcas y profetas [1] Francis D. Nichol y Humberto M. Rasi, eds., Josué a 2 Reyes, trans. Victor E. Ampuero Matta y Nancy W. de Vyhmeister, vol. 2, Comentario Biblico Adventista del Séptimo Día (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1993), 699. Escrito por:
Bryan Daniel Quispe Cipriano
Stanic Misael Coronel Goicochea
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