Te imaginas ¿cómo sería andar con Dios? o quizás ¿a dónde podríamos ir con Dios? Hay pocas personas que pueden decir, o mejor dicho adular a que ellos han caminado con Dios. Hoy hablaremos de Enoc, él fue el séptimo descendiente de Adán (Judas 14), y una de las características con la que se le menciona es que anduvo con Dios. El texto base para hoy nos dice: “Y Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó”. (Génesis 5:24 LBLA).
Automáticamente nos preguntamos ¿Cómo puedo yo caminar con Dios y recibir la misma recompensa? en verdad ¿quién no quisiera irse de este mundo e ir con Dios? Vaya privilegio el de Enoc, tan solo al imaginarnos diríamos ¡wow, que grandioso! Pero para poder llegar a este estatus debemos comprender algo, la vida de Enoc fue una vida muy distinta a la nuestra, y no en el sentido de que él fue un ser superior, o quizás alguien con más poder ¡de ninguna manera! Enoc aprendió a someterse a Dios, a buscarlo diariamente, a tener una comunión íntima con Dios “Describe una vida de piedad singularmente excelsa, no meramente la comprensión constante de la presencia divina ni aun de un esfuerzo continuado de santa obediencia, sino la permanencia de una estrechísima relación con Dios. Con toda evidencia, la vida de Enoc estuvo en completa y bella armonía con la voluntad divina”.[1]
“Enoc vivió en una época corrompida, cuando el poder moral estaba muy debilitado. La contaminación abundaba a su alrededor. Sin embargo, caminó con Dios. Educó su mente en la devoción, para que pensara en las cosas que eran puras y santas; y su conversación se refería a temas santos y divinos. Fue compañero de Dios. Caminó con él, y recibió su consejo. Tuvo que luchar con las mismas tentaciones que nosotros. La sociedad que lo rodeaba no era más amiga de la justicia que la sociedad que nos rodea en la actualidad. La atmósfera que respiraba estaba contaminada por el pecado y la corrupción, tal como lo está la nuestra; y sin embargo no se ensució con los pecados que prevalecían en su tiempo. Así también nosotros podemos permanecer puros y sin corrompernos como el fiel Enoc”. — The Review and Herald, 23 de agosto de 1881.
Este debe ser nuestro ideal, como cristianos no podemos dejar de tener una vida íntimamente ligada a Dios, si descuidamos nuestro culto personal, nuestra oración, nuestra lectura de la Biblia ¿cómo podríamos caminar con Dios? ¿acaso caminas tú con alguien que no conoces? Quizás dirías sí, pero no es como caminar con un amigo; de todas maneras es distinto. Pues bien, Dios quiere ser tu amigo y quiere tener una relación estrecha contigo, para que juntos puedan caminar y le puedas contar todas tus necesidades y cargas “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. (Mateo 11:28)
[1] Francis D. Nichol y Humberto M. Rasi, eds., Génesis a Deuteronomio, trans. Victor E. Ampuero Matta y Nancy W. de Vyhmeister, vol. 1, Comentario Biblico Adventista del Séptimo Día (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1992), 258. Escrito por:
Bryan Daniel Quispe Cipriano
Stanic Misael Coronel Goicochea
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