A lo largo de la historia siempre la gente se ha preguntado ¿por qué debemos morir? muchos llegan a concluir que es parte del ciclo de la vida, otros que es porque no nos cuidamos, pero ¿dónde comenzó todo? ¿cuál fue el inicio de la muerte? Para esto debemos retroceder al génesis que significa “origen” o “fuente”. Sí debemos retroceder al origen de este mundo, debemos dejar algo en claro, la muerte no formaba parte del plan original, de ninguna manera, Dios hizo todo perfecto, pero entonces ¿por qué la muerte?
Cuando el hombre fue creado Dios les dio todo lo que ellos necesitaban. Al crearlos Dios utilizó dos elementos: el polvo de la tierra y el aliento de vida ¿cuál fue el resultado? Pues bien, creo que ya lo sabemos, un ser viviente (el ser humano). El propósito de Dios era que vivamos y que la muerte nunca entrara al mundo. Fue una idea diabólica, un engaño histórico, con sutileza y astucia, que el enemigo introdujo una curiosidad en la mente de Eva, y ella se lo trasmitió a su querido esposo Adán. “Si la primera pregunta de Satanás tenía el propósito de despertar la duda —como lo era seguramente—, la declaración que la siguió tenía la apariencia engañosa de una declaración autorizada. Pero dentro de ella, con refinada astucia, se mezclaban la verdad y la mentira. Ese aserto contradecía la orden explícita de Dios con el énfasis máximo que se puede emplear en hebreo, y que se puede traducir: ‘Positivamente, no moriréis’. Satanás desafió la veracidad de la orden de Dios con una mentira desembozada. Por esa razón, Cristo con justicia lo llamó padre de toda mentira (Juan 8:44)”.[1]
Muchas veces nos preguntamos ¿por qué debo obedecer a Dios? Queremos responder a tu pregunta, y es porque Dios siempre quiere lo mejor para nosotros, pero debemos recordar que vivimos en un mundo de pecado y no siempre todo estará bien, quizás pasaremos por momentos de tribulación y angustia, pero hay que debemos tener en cuenta: Dios siempre estará a nuestro lado y es mejor obedecerle porque sus recompensas son eternas y no pasajeras (Lucas 12:32-34).
[1] Francis D. Nichol y Humberto M. Rasi, eds., Génesis a Deuteronomio, trans. Victor E. Ampuero Matta y Nancy W. de Vyhmeister, vol. 1, Comentario Biblico Adventista del Séptimo Día (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1992), 242. Escrito por:
Bryan Daniel Quispe Cipriano
Stanic Misael Coronel Goicochea
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